jueves, 21 de noviembre de 2013

My Hair is my Middle Finger

Mi cambio de look fue un desafortunado accidente, una diferencia de opiniones y conceptos entre el estilista y yo. No lo culpo, él estaba haciendo su chamba.
 Pasé en dos días de la desesperación al trauma, a la desesperación de nuevo, pensando que después de meses de cuidar mis mechas californianas, todo se había arruinado y ahora tenía el pelo de dos colores, como Duvalín, mitad café (en la parte superior) y mitad amarillo (en la parte inferior).
Decidí no recurrir a medidas extremas, porque ya lo he hecho varias veces y me ha quedado el pelo verde, así que respirando profundamente preferí esperar unos días para pensar (en una de esas y me empieza a gustar, igual logro que se vea "alternativo").
El comentario más amable que recibí con toda la dignidad del mundo fue un: pero no se ve taaaan mal. Hasta que llegado el día de trabajo, cierta persona a la que llamaremos Sr. C, hombre adinerado, autoritario y nervioso me pregunta: ¿Y ud? ¿Qué se hizo en el pelo? (esperen, déjenme agregar unos ????? como efecto dramático para que se imaginen el tono de voz) y entre risas burlonas y gestos faciales de desagrado, dijo que mi nuevo look no le gustaba y que habia sido un resultado de la ociosidad.

No es la primera vez que alguien expresa su descontento con mi aspecto. Cualquiera que me conozca en persona sabe que mi aspecto nunca ha sido precisamente impecable, el estándar de belleza o arreglo que definiría la sociedad como "normal" o "agradable". Pero el comentario me dejó completamente sorprendida. ¿Por qué?

Me queda claro que siendo el Sr. C una persona adinerada influyente y en posición de poder evidentemente superior a la mía, yo no podría responderle de la misma manera: Y ud? ¿Por qué huele así? (con extras ????) para después afirmar que su excesivo uso de loción es un resultado de su falta de criterio y que a mí, definitivamente, su olor no me gusta para nada.

Y derrepente las reflexiones inundaron mi cabeza y pensé sobre la intolerancia, lo ocupados que estamos señalando a la gente lo que está mal en ellos (déjenme poner ELLOS para hacer efecto de diferenciación), para que se den cuenta (ELLOS), para que cambien (ELLOS), para que le pongan un remedio (ELLOS, URGENTEMENTE), porque nuestra opinión es tan importante que tenemos que escupirla por ahí, con el dedo índice al aire, señalando los errores, para que ELLOS empiecen a vivir de manera "correcta".

Pensé en el abuso de poder, me imaginé que seguramente hay quienes, en posición de desventaja en su trabajo tienen que lidiar con comentarios críticos de sus jefes o superiores sin poder responder, riéndose nerviosamente y terminado con un respetuoso: "si, verdad?" "tiene razón".

Y lo sé, mi pelo, que el día de hoy parece panqué marmoleado, no es tan importante, mi aspecto da lo mismo, todos creemos que hay una forma "correcta" de ser o hacer las cosas. Por eso me lo voy a dejar como está, como protesta al abuso de las posiciones de poder, como solidaridad a todos esos que han tenido que recibir un comentario sin poder responder, como llamado a la tolerancia (déjemos de ponerle atención lo que está mal en ELLOS. Si ustedes no quieren cambiar, no cambien, da lo mismo) y como seña obscena para las personas que creen que me importa lo que me dicen. Y también (last but not least) para darle un sentido a este accidente estético capilar (todo pasa por algo, en una de esas y hasta me empieza a gustar).