Juguemos a que yo construyo mi historia contigo, y nos conocemos una noche y nos miramos y conversamos largas horas y pasan los días y las noches y yo esperando a que pases por acá, tú esperando a que pase por allá, que entienda tus pensamientos y tus experiencias. Y aquí, yo juego con los azares del destino, tirando montones de estrellas al cielo esperando que alguna constelación me de la señal de que vienes en camino. Por lo pronto, esta historia me suena así:
CAPITULO 6
“La técnica consistía en citarse vagamente en un barrio a cierta hora. Les gustaba desafiar al peligro de no encontrarse, de pasar el día solos, enfurruñados en un café o en un banco de la plaza, leyendo-un-libro-más…
De acuerdo en que en ese terreno no estarían nunca, se citaban por ahí y casi siempre se encontraban. Los encuentros eran a veces tan increíbles que Oliveira se planteaba una vez más el problema de las probabilidades y le daba vuelta por todos lados, desconfiadamente.
Así andaban, Punch y Judy, atrayéndose y rechazándose como hace falta si no se quiere que el amor termine en un cromo o en romanza sin palabras. Pero el amor, esa palabra…”
CAPITULO 93
“Pero el amor, esa palabra…
Al despedirnos éramos como dos chicos que se han hecho estrepitosamente amigos en una fiesta de cumpleaños y se siguen mirando mientras los padres los tiran de la mano y los arrastran y es un dolor dulce y una esperanza, y se sabe que uno se llama Tony y la otra Lulú, y basta que el corazón sea como una frutilla y…”
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1 comentario:
amiga no abandones tus escritos!!!
te deje tarea en mi blog, ojala te des una vuelta
besos!
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