miércoles, 19 de marzo de 2008

MIS PIES

Anoche no pude dormir casi nada. Fue culpa de mis pies que tienen voluntad propia e independiente; el estado separatista, el País Vasco de la España que es mi cuerpo. Mi par de pies, tan alejados del resto, rezagados al final de toda mi anatomía, allá lejos en el fondo y son capaces de declarar una noche la guerra y hacer un desastre.
Todo comenzó cuando ya me estaba quedando dormida, entonces a mis pies que son unidades independientes, se les ocurrió tener calor cuando todo lo demás tenía frío. Tuve que mover las sábanas, sólo un poco para que salieran y gozaran de la temperatura que mejor les satisfacía. Sin embargo, cualquier persona que me conozca íntimamente sabe que mis pies se mueven casi compulsivamente todo el tiempo porque tienen una extraña debilidad a las texturas. Sin embargo, entre las pocas sensaciones intolerables están las sábanas arrugadas. Así que después de moverse desde la sábana, hacia la cobija, tratando de encontrar otro sitio para posarse a dormir, decidieron que sentían frío entonces quisieron volver a entrar entre las cobijas. Para entonces el resto de mi cuerpo se quejaba del desorden desconsiderado de los pies: los brazos habían movido las cobijas, la cabeza había cambiado de lado, todos estábamos ya inquietos.
Parecía que por fin los pies habían decidido dormir sin oponer más resistencia cuando los demás miembros del cuerpo (que siempre están en común acuerdo) se movieron a un sitio más cómodo del colchón: de lado derecho donde no se siente el frío de la ventana y se puede envolver todo completo con las cobijas…así, la cabeza en la almohada, perfectamente situada, la temperatura perfecta, los ojos se cierran y comienza el sueño relajado…
…hasta que los pies encuentran que no están contentos con la temperatura, principalmente porque no entienden por qué de su lado hace más calor que en las otras partes del “envuelto” este. Paranoides e hiperactivos como son comienzan a moverse para despertar a los demás. Es su forma de reclamo, creen que por alguna razón cayó otra cobija justo sobre ellos y nadie se percató, nadie hace nada por su bienestar, nadie, nadie los toma en cuenta allá tan lejos de todo, donde nadie los escucha, donde nadie los mira. Se mueven hasta llegar al extremo final del colchón y quedar colgados hacia afuera. Y ahí es donde comienza justamente la tragedia, que si no estuvieran pegados al resto del cuerpo, entonces se hubieran caído sin que nadie se inmutara. El cuerpo está siempre muy preocupado de que los brazos estén bien tapados, las manos nunca quedan colgado, pero si los pies, nadie vela por su seguridad. Aparte que ahí colgados en el abismo sienten que se mueren de frío.
El cuerpo los trae de regreso al colchón, las manos tratan de alisar lo mejor posible las sábanas para que los pies se sientan confortados. La cabeza los odia cada vez más, no soporta sus dramas fuera de tiempo y lugar, pero sugiere que les pongan unos calcetines para que recuperen la temperatura pronto, las manos amorosamente les colocan los calcetines que los pies rechazan terminantemente reclamado que el cuerpo sabe perfectamente que ellos jamás se ponen calcetines a la hora de dormir. Se sienten ahora asfixiados. Ya no sabemos qué hacer, suponemos todos en conjunto que vamos a tener que esperar a que se cansen de tanto teatro para entonces poder dormir todos plácidamente. Pero ya son casi las tres de la mañana y los ojos se están cerrando solos y la boca no deja de bostezar aunque ha tratado de disimular para que los pies no vayan a empezar a con sus pataletas otra vez.
No supe a qué hora los pies se cansaron de moverse como locos y hacer berrinche, pero nos quedamos todos dormidos repentinamente a cuatro horas de que sonara el despertador.

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