Soñé con un funeral. B y yo nos dirgíamos al panteón cuando empezaba a hablar sobre su vida sentimental. Me decía que ya tenía 38 años y se tenía que casar. Yo miraba a B a los ojos y pensaba: ¿Por qué no me casé con él? Era alto, guapo y con una sonrisa muy agradable. Lo extraño a veces, creo que era buen amigo y me comprendía bastante bien dentro de todo ese desintrés que mostraba por la vida.
Después del funeral (que ya no recuerdo bien) llegaba a T con M. Ella se metía a escuchar una conferencia sobre los indígenas y yo mientas me perdía por la ciudad. Me daba miedo pensar que no sabía como regresar a mi casa.
Terminé el sueño en una heladería (¿se llaman heladerías o neverías?) pidiendo a probar sabores diferentes. Probaba uno de chocolate blanco que me empalagaba.
¡Que sueño más estúpido! No dormí bien.
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